Significación del término Triana

Si nombramos la palabra Triana, ¿a qué aludimos realmente? Un lugar a la otra orilla de Sevilla y su río Guadalquivir, un concepto unívoco y polisémico a la vez. Triana es la nomenclatura de un barrio universal, un vocablo que imprime carácter a todo lo que toca. Triana es puente de barcas y río, más marinera que otras ciudades costeras que abrazan el mar, es cante por soleá con eco de yunque de una fragua o herrería gitana, es femineidad esculpida en el barro de sus alfares, azulejo cerámico de cuerda seca y loza cartujana, es festiva de velá con cucaña, sardinas asás y arvellanas verdes, transgresora y reivindicativa como su baile por tangos. Es sabia por historia, mora y cristiana, gitana y paya, una forma autóctona de llevar los pasos –trianear le dicen-, es Estrella de la mañana y Esperanza morena, y también Cachorro expirante en la tarde de Viernes Santo. Triana bautiza a sus fieles en la pila de su Catedral, por algo la iglesia de Santa Ana es la más antigua de Sevilla, y también es peregrina cuando marcha hacia el Rocío. Es mercado y vecindad de corralones de calle Castilla o Pagés del Corro, línea imaginaria de las dos Cavas, la de los civiles y la de los gitanos, aquellos que sufrieron las mayores persecuciones con las dieciochescas medidas de la Ilustración pero que pervivieron dando ejemplo de convivencia y solidaridad. Es artista en su forma de ser, torera y flamenca por algo sus manos mecen la cuna de ese arte crisol de culturas.  Y también puede que sea una entelequia del imaginario colectivo, de lo que fue y ya no es. Triana es todo eso y mucho más.

«En Santa Ana bautizá
pa quien no sepa mi nombre
yo me llamo Soleá»

Fiestas y costumbres de Triana. Hermandades del barrio.

Esperanza de un barrio sevillano. Semana Santa de Sevilla.Antes abordado un acercamiento a su mítico nombre y significado -derivación de Trajana, dado por el emperador itálico a esta colonia romana, o tal vez Tri (tres)Ana (río)  por los brazos que se bifurca el antiguo Betis-, el ritual festivo y cotidiano del trianero o trianera -gentilicio de sus habitantes- corre paralelo a las aguas de las costumbres sevillanas pero con una idiosincrasia particular.
El calendario tiene también marcados sus días señalaítos como pena el quejío de la seguiriya de Manuel Torre: la Semana Santa, el Rocío, el Corpus Chico, la Velá de Santa Ana o la Navidad y Cabalgata de Reyes.

«¿Quién está pidiendo
que doblen campanas?
¿Qué malita lengua anda pregonando
que ha muerto Triana?»

Si acusada es la personalidad de este arrabal no menos son sus hermandades de penitencia, de gloria o sacramentales. Tiempos y estaciones.

La Hermandad de la Esperanza de Triana es faro y guía de un barrio que acompaña a sus imágenes titulares a Sevilla en la madrugada del Viernes Santo -destacable es la publicación Triana con su Esperanza de Ediciones Tartessos sobre esta corporación trianera en el 25 aniversario de su coronación canónica-. Otras de penitencia también sobresalen como la Estrella en el Domingo de Ramos, la riada de nazarenos blancos que proceden del Tardón con San Gonzalo en la tarde del Lunes Santo, y las de la O y el Cachorro en Viernes Santo. En Pentecostés la Hermandad del Rocío verifica su salida con sus carretas y su Simpecado hacia la aldea almonteña proclamando su Bicentenario de antigüedad surcando las arenas.

Ya lo saben cuando crucen el Puente de Isabel II, advocado Puente de Triana porque el barrio así lo hace suyo, y lleguen a las inmediaciones de la regionalista capillita del Carmen de Aníbal González y a la sombra de las ruinas del castillo de San Jorge que fuera sede de la Santa Inquisición; aquí en esta Isla perdida se entra en otra dimensión acuñada por los vaivenes de la historia.

«Capillita del Carmen,
puerta y vigía
que guardas a Triana
de noche y día»