Inicios de la Feria de Abril
Corría el año de 1845 cuando dos ediles del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, Narciso Bonaplata, industrial de procedencia catalana, y José Mª Ybarra, naviero vasco, promovieron la idea de potenciar el desarrollo económico de la ciudad con una feria anual de ganado con selectivos premios que incentivara la actividad mercantil agropecuaria preponderante. El 18 de abril de 1847, con la firma de la Real Orden por Isabel II un mes antes, celebró Sevilla su primera Feria en los terrenos del Prado de San Sebastián -desde 1973 en el recinto de los Remedios junto al Guadalquivir-. Esta bendita ilusión derivó en su aspecto más lúdico pero con un mismo espíritu y un impacto económico actual de cerca de 700 millones de euros, así es esa fiesta mercantil de mediados del XIX que se reinventó con el transcurso de los años.
Actualidad y socialización en la Feria de Abril
La noche del lunes con el alumbrao y su previa cena del pescaíto frito inaugura oficialmente ese ascua de luz que es la Feria de Abril, apertura dada ya de forma ociosa desde días antes en lo que se ha convenido en acuñar como la preferia, la que deja a los sevillanos exhaustos -de cansancio y billetera- a mitad de semana salvo a los jartibles, de modo que permutan su Real por la playa u otros destinos para complacencia del foráneo que la invade en sus últimos días. Su nombre es marca registrada, asociada a Abril y a Sevilla. Ferias habrá miles a lo largo y ancho de nuestra piel de toro pero ella baja el pañuelo dando la partida a la primavera y la que muestra el camino a todas sus hijas.
El arco iris de la estética medida acogerá a su prole tras el arco de la Portada en más de mil casetas de lona, en enganches de ralea, a lomos de un pura raza o a pie de albero. La caseta será la extensión de la casa particular -algo no comprendido aún por el público forastero que nos visita en esta semana efímera-, donde familiares y amigos y todo quien amablemente lo solicite o sepa desplegar su red de relaciones podrá indudablemente disfrutar; desterremos ese falso mito de una feria excluyente que no va con el carácter hospitalario hispalense, para nada elitista como pudo ser otrora y eminentemente popular en sus casetas donde el comensalismo ejercerá ese puente de sociabilidad entre las personas de distinta procedencia y clase social. El color y la caló terminarán de desplegar también sus hechizos.
Feria de Abril: más allá del Real
Por la tarde, quien desee y pueda irá al Paseo Colón para darse cita con otra presencia romántica:
Maestranza de Sevilla
la del amarillo albero,
la que huele a manzanilla
y a capote de torero.
Popular
La noche rematará en el Real una jornada de diversión, de convivencia, de papas gordas de rebujito, cruzcampo u otros vinos generosos, de buen condumio, de seductor baile por sevillanas y sobretodo de arte, mucho arte. Feria de Abril: Un paréntesis a los problemas cotidianos.
Hace unos años se publicó por Ediciones Tartessos con la colaboración de Emasesa una acertada monografía fotográfica de Anna Elías y textos de Fernando Azancot que ilustra con detalle esta fiesta de los sentidos: La Feria de Abril de Sevilla, Historia y arte de la fiesta de la luz.
Brindemos por la alegría del momento y que no nos farte de ná, que no, que no… sin perder nunca el Sur.