Doñana, realidad natural
Doñana es un espacio natural ubicado en las provincias andaluzas de Huelva, Sevilla y Cádiz, declarado Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su origen ancestral que asistió a la huella de distintas civilizaciones, y cazadero real en el Medievo, debe su nombre según algunas fuentes a Doña Ana de Silva y Mendoza, hija de la princesa de Éboli, y esposa del VII Duque de Medina Sidonia, que mudóse a una casa de recreo llamada “Coto de Doña Ana” y derivó con el uso lingüístico en la contracción del término “Doñana”.
El Parque Nacional de Doñana, constituido oficialmente en 1969, es un crisol de ecosistemas que contienen una biodiversidad ejemplar en Europa -playa, dunas, cotos, marisma…- que dotan a este lugar de una personalidad única. Entre todos sobresale la marisma, lugar imprescindible de paso, cría e invernada para miles de aves europeas y africanas. En el Parque viven especies únicas incluso en vías de extinción, como el lince ibérico o el águila imperial.
Doñana, humedal de importancia internacional, ocupa la margen derecha del estuario del río Guadalquivir, cerca de su desembocadura en el Atlántico. Destaca por su gran variedad de sus biotopos: lagunas, marismas, matorrales, monte bajo mediterráneo y dunas móviles y fijas. Hábitat de una gran variedad de especies de plantas y animales, posee una de las mayores poblaciones de garzas de la región mediterránea y sirve de refugio invernal a más de medio millón de aves acuáticas. Representa un paraíso para los amantes de la ornitología en cualquier estación del año; en las frías, ánsares y anátidas procedentes del Norte de Europa, y en las cálidas, cigüeñas, garzas, flamencos entre otras llegan desde África. Un paisaje con una avifauna sin parangón.
Cuenta con más de 108.000 hectáreas divididas entre el Parque Nacional y el Parque Natural del Entorno de Doñana. Tiene una privilegiada situación geográfica entre dos continentes y por su proximidad al encuentro del Atlántico y Mediterráneo. Varias instituciones científicas desempeñan su trabajo en su interior velando por un desarrollo adecuado de las comarcas limítrofes y la conservación de algunas especies muy delicadas que habitan en él, no en vano se considera la mayor reserva ecológica y paisajística europea.
Doñana, tránsito al Rocío
Las visitas a este espacio icónico que parten desde los distintos centros de interpretación se cuentan por miles a pesar de sus restricciones pero el paso de las hermandades de la provincia gaditana hacia la Aldea del Rocío lo hacen aún excepcional. El Camino de Sanlúcar de Barrameda, que atraviesa el Guadalquivir por Bajo de Guía de orilla o orilla por medio de barcazas, es el único que se desarrolla por el conjunto de ecosistemas de Doñana: pinares, dunas, vera y marismas principalmente. Permite conocer Doñana en todo su esplendor ya que los recorridos turísticos sólo coinciden en una pequeña parte con el trayecto realizado por los romeros al peregrinar por la vía pecuaria de Sanlúcar de Barrameda a Almonte hasta alcanzar la meta soñada del Santuario de las Rocinas donde espera la Virgen del Rocío.
Este espacio trascendental, casi mitológico, transporta al urbanita a la íntima comunión con la naturaleza salvaje. La atractiva toponimia lo revela: Dunas de Malandar, Cerro de los Ánsares, Punta de los Juncos, Corrales de Doñana, Cerro del Trigo… Una vez todo pase en Pentescostés, la marisma volverá a quedarse sola en el silencio de los siglos.
El asentamiento humano en estas tierras también tiene su protagonismo con usos tradicionales naturales, agrícolas en general y otros característicos como la apicultura, la recolecta de piñas o el carboneo. Respecto a la actividad ganadera destacar que aún se mantiene secularmente la Saca de Yeguas que cada junio protagoniza la localidad de Almonte.
Doñana, aunque protegido, se ve constantemente amenazado por la acción antrópica que pueden convertir en territorio perdido el mito de paraíso soñado. Comprometámosnos por ello.